martes, 23 de septiembre de 2008

Amar a Dios sobre todas las cosas (20 sept)


Este sábado pasado, la formación se hizo general, sin división de niveles (por el factor climatológico), y la charla fue acerca del Primer Mandamiento de la Ley de Dios: AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS. Amar a Dios no es, precisamente, sentir cariño sensible hacia Él, como lo sentimos hacia nuestros padres; porque a Dios no se le ve, y a las personas a quienes no se ve es difícil tenerles cariño. Dios no obliga a eso, pues no está en nuestra mano. Aunque hay personas que llegan a sentirlo, con la gracia de Dios. Amar a Dios sobre todas las cosas es tenerle en aprecio supremo, es decir, estar convencido de que Dios vale más que nadie, y por eso preferirle a todas las cosas. Uno puede estimar más un cuadro que pintó alguien querido a alguno que está expuesto en algún museo, aunque éstos tengan mayor valor artístico. El amor a Dios es apreciativo.


Tenemos que amar a Dios porque Él nos amó primero y debemos corresponderle. El amor se manifiesta en obras más que en palabras. Obras son amores y no buenas acciones.

Amar a Dios es obedecerle, cumplir su voluntad. No hacer mal a nadie. Hacer bien a todo el mundo. Una prueba del amor a Dios sobre todas las cosas es guardar sus mandamientos por encima de todo.


Muchas veces, uno prefiere quedarse en la casa viendo tele, que ir a misa un domingo. O si no, prefiere hacer algún pecadillo frecuente, en vez de rezar y pedir para no caer en la tentación. Preferimos mil y una cosas, antes de Dios, porque "son muy aburridas" las cosas de la iglesia. Nos aburrimos, porque precisamente no queremos descubrir que Dios es algo tan grande y tan bello. Es tarea de todos hacer de lado las cosas que nos apartan de El -nuestros ídolos, nuestras debilidades, nuestros vicios, nuestros pecados- y buscar su paz, su amor.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

¿Qué se dice en contra del Rosario? (06 sept)



Este pasado sábado, el tema fue sobre las cosas que dicen en contra del Santo Rosario.

El Santo Rosario es una oración de carácter mariano, razón por la cual, los cristianos de otras denominaciones nos tildan de "idólatras" y dicen que para llegar a Dios no se necesita intermediarios. Pero el Rosario en sí no es una oración de petición directa a la Virgen María, es una oración para que ella interceda por nosotros -tal como lo hizo en las bodas de Caná, cuando le pidió a Jesús hacer el milagro del vino- para que nuestras oraciones lleguen más rápido a su hijo. Es una oración que nos acerca al mismo Dios, que nos hace sentir la necesidad de Él y su ayuda amorosa.

Nosotros no le rendimos adoración a María, la VENERAMOS que es muy distinto. Es ella un ejemplo para nosotros en cuanto a su respuesta al llamado que nuestro Señor le hizo por medio del Arcángel Gabriel. Es precisamente por su humildad que el Señor la elige para ser madre de Jesús... ¡MADRE DEL HIJO DE DIOS! La misma humildad que ella entrega alabando a Dios en el Magníficat en la visitación a su prima Isabel; la misma humildad con la que guardaba varios hechos que sucedieron con su hijo dentro del corazón.

Es el mismo Jesús que nos la entrega en la cruz. No es la Virgen María "un vaso o una bolsa desechable" como lo piensan los de otras denominaciones que Dios utilizó para engendrar a su Hijo... ¿Qué mayor bendición para una mujer ser la elegida de darle vida al mismo Hijo de Dios? ¿Cómo no darle el respeto debido a la Madre de Dios?

Del mismo modo, nosotros debemos mostrar humildad en aceptar los designios de Dios, porque sólo Él sabe sus planes para con nosotros.

Como decíamos al inicio, el Rosario mismo es una oración exclusiva a Dios, por la cual hacemos "el pequeño sacrificio" de rezar 50 Ave Marías para la intercesión de su Madre hacia nuestras peticiones, sin hacerla a ella más grande que nuestro Señor.

martes, 2 de septiembre de 2008

Los 10 Mandamientos de la Ley de Dios (30 de agosto)



El último sábado de agosto, el seguimiento general, trató acerca de los Mandamientos de la Ley de Dios.

En el Antiguo Testamento, Dios entregó los Diez Mandamientos esculpidos en piedra a Moisés en el Monte Sinaí para ayudar a su pueblo escogidos a cumplir la ley divina .

Jesucristo, en la ley evangélica, confirmó los Diez Mandamientos y los perfeccionó con su palabra y con su ejemplo.

Nuestro amor a Dios se manifiesta en el cumplimiento de los Diez Mandamientos y de los preceptos de la Iglesia.

En definitiva, todos los Mandamientos se resumen en dos: amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a uno mismo, y más aún, como Cristo nos amó.

Los Diez Mandamientos de la Ley de Dios son:

  1. Amarás a Dios sobre todas las cosas: Significa que no hay NADA más importante que Él; ni juguetes, ni caprichos, ni la tele... Nada.
  2. No tomarás el Nombre de Dios en vano: Significa no andar diciendo aquello de "te lo juro por Dios" cuando estamos diciendo mentiras y aún cuando estemos diciendo la verdad... El nombre de Dios no es algo con lo que podamos andar jugueteando a nuestro antojo.
  3. Santificarás las fiestas: Significa asistir los domingos a misa, y a las fiestas de solemnidad de nuestra Iglesia Católica. Dedicarle un día completo al Señor.
  4. Honrarás a tu padre y a tu madre: Significa que no podemos pasar por alto su autoridad, ni hacer lo que se nos venga en gana porque tenemos un capricho de querer hacer o tener algo. No dejar de hacer las tareas. Respetar lo que nos digan sin enojarnos, sin contestarles mal, porque al final, ellos son nuestros padres y su principal deber es corregirnos para hacernos gente de bien.
  5. No matarás: Significa exactamente eso. Y hay dos formas de matar, físicamente, hiriendo a alguien con algún arma; y espiritualmente, cuando nos burlamos del niño que tiene menos que nosotros y le decimos "piriche", o hablamos mal de alguien sólo por hacerle daño.
  6. No cometerás actos impuros: Significa respetar nuestro cuerpo y el de las demás personas. No hacer con él lo que se nos venga en gana sólo porque me gusta hacerlo y nadie me ve.
  7. No robarás: Significa respetar las cosas de los demás, no agarrar sin permiso lo que no es nuestro.
  8. No dirás falso testimonio ni mentirás: No hay que mentir bajo ninguna circunstancia; las "mentiras piadosas" no existen. Decir que hemos hecho la tarea sólo por salir a jugar sin haberla hecho es un claro ejemplo de esto.
  9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros: Significa no ver a la mujer o al hombre de un modo impuro o desviado. No somos simples objetos. El Señor nos llama a ser puros de corazón, ver en el prójimo a nosotros mismos.
  10. No codiciarás los bienes ajenos: Significa no tener envidia de los demás y sus cosas. Que yo quiero un juguete como el de aquél. Que aquél tiene un ipod... ¡Yo lo quiero! a veces, pretendemos ser lo que no somos por la misma envidia.
Siendo que el Amor a Dios, se muestra en los 3 primeros, y el Amor a los Demás, en los restantes 7 mandamientos.