Este sábado pasado, con una buena asistencia de niños, se realizó el seguimiento cuyo tema era "Jesús da de comer a cinco mil hombres". La cita nombrada era Mt 14, 13-21.
La enseñanza de esta lectura trata acerca de dar a los demás, de compartir (de buena gana) aunque sea lo poco que tenemos, porque Jesús hará el milagro que ese poco que dimos de corazón, se haga más en cantidad. No había más que cinco panes y dos pescados... ¡Y sin embargo comieron 5 mil y sin contar mujeres y niños! Este pequeño párrafo del Evangelio nos dice también del inagotable amor que Jesús y Dios nos tienen.
Muchas veces, nosotros padecemos del terrible mal de la avaricia, que nos hace poner mala cara a aquél que nos pide ayuda... La avaricia nos ciega a las realidades que nos enfrentan: La gigantesca necesidad que tienen los demás. Y no necesariamente es una necesidad material o de alimento: NECESIDAD DE AMOR. Más de alguna vez a alguien que nos pedía limosna en la calle le hicimos mala cara, lo ignoramos o peor aún, nos pusimos a conjeturar que "a saber para qué querían el dinero"; o aquél compañerito de clases que nos pidió la mitad del pan en el recreo: "piriche" le dijimos. O aquél que nos pidió nuestro tiempo para escucharlo y le dijimos "ahorita no tengo tiempo... Más tarde... ¿Sí?". Otras veces confundimos lástima con caridad. La lástima es un sentimiento pasajero, pero la caridad o compasión es ponerse en el lugar del que sufre, sentir su dolor y no es un sentimiento pasajero.
Jesús nos manda a multiplicar el alimento... ¡El amor, la caridad! algo que no debería ser difícil, si en verdad lo tuviésemos a Él en nuestro corazón.
La enseñanza de esta lectura trata acerca de dar a los demás, de compartir (de buena gana) aunque sea lo poco que tenemos, porque Jesús hará el milagro que ese poco que dimos de corazón, se haga más en cantidad. No había más que cinco panes y dos pescados... ¡Y sin embargo comieron 5 mil y sin contar mujeres y niños! Este pequeño párrafo del Evangelio nos dice también del inagotable amor que Jesús y Dios nos tienen.
Muchas veces, nosotros padecemos del terrible mal de la avaricia, que nos hace poner mala cara a aquél que nos pide ayuda... La avaricia nos ciega a las realidades que nos enfrentan: La gigantesca necesidad que tienen los demás. Y no necesariamente es una necesidad material o de alimento: NECESIDAD DE AMOR. Más de alguna vez a alguien que nos pedía limosna en la calle le hicimos mala cara, lo ignoramos o peor aún, nos pusimos a conjeturar que "a saber para qué querían el dinero"; o aquél compañerito de clases que nos pidió la mitad del pan en el recreo: "piriche" le dijimos. O aquél que nos pidió nuestro tiempo para escucharlo y le dijimos "ahorita no tengo tiempo... Más tarde... ¿Sí?". Otras veces confundimos lástima con caridad. La lástima es un sentimiento pasajero, pero la caridad o compasión es ponerse en el lugar del que sufre, sentir su dolor y no es un sentimiento pasajero.
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1 comentario:
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